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Carta a Enrique Santos Discépolo

Que el mundo fue una porquería en el quinientos seis es algo que pudiste husmear en los libros de historia, pero  ¿cómo supiste lo que sucedería en el dos mil?

Te cuento que el inicio del siglo XXI nos recibe con la mitad de la riqueza del mundo en manos del uno por ciento de la población más rica, y con ochocientos millones de personas con hambre ¿A eso te referías con porquería? O te referías a ¿por qué habiendo tecnología capaz de habitar un planeta extraterrestre, siguen existiendo guerras terrestres? Las guerras de hoy son por dinero o por religión, nada original. Serían más útiles si estuviesen dirigidas al uno por ciento más rico, ¿no te parece?

El siglo XXI también es maldad insolente, el lodo lo preparan los malvados que son los dueños del circo, y nosotros ahí adentro: a veces parados, a veces sucios, a veces revolcados, siempre quejándonos. Aunque lo suficientemente cómodos para no animarnos a salir del lodo, porque algo de placentero tiene, nos protege, nos evita pensar, nos termina encantando ¿Los insolentes? afuera, obvio. Llamarlos insolentes es indultar, son impunes. Nos son sutiles ni para robar. Confunden (y confundimos) prudencia con cobardía, respeto con servilismo, orgullo con vanidad. Son avaros, son el uno por ciento.

Lamento decirte que los inmorales nos han superado,  no en número porque si así fuese la raza humana no existiría. Nos han superado porque ya no es lo mismo ser derecho que traidor, ser ignorante que sabio, ser generoso que estafador, ser burro que gran profesor. Hoy sobran los Stavisky y faltan los San Martin. Unos estamos en el lodo y los otros… son el uno por ciento.

Peco de irrespetuoso y te solicito cambiar una parte de tu cambalache: “¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao!”. Déjame soñar que esta parte puede cambiar, que algún Don Bosco, que algún San Martin no se va a quedar sentado a un lao, que algún honrao se va a levantar y salir del lodo, que va a ordenar este cambalache (o lo va a desordenar a la inversa); que el circo va a cambiar de dueño y que los del uno por ciento besarán el lodo.

Déjame soñar que tu nuevo cambalache va a concluir así: “NO es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata o está fuera de la ley.”

2 respuestas a «Carta a Enrique Santos Discépolo»

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