Elijamos el problema conversadísimo de si el nombre sustantivo debe posponerse al nombre adjetivo (como en los idiomas germánicos) o el adjetivo al sustantivo, como en el español. En Inglaterra dicen obligatoriamente a «brown horse», un colorado caballo; nosotros, obligatoriamente también, posponemos el adjetivo. Herbert Spencer mantiene que la costumbre sintáctica del inglés es más servicial y la justifica así: Basta escuchar la voz «caballo» para imaginarlo y así después nos dicen que es colorado, esta añadidura no siempre se avendrá con la imagen de él que ya prefiguramos o tendimos a preformar. Es decir, deberemos corregir una imagen: tarea que la anteposición del adjetivo hace desaparecer.»Colorado» es noción abstracta y se limita a preparar la conciencia.
Los contrarios pueden argumentar que las nociones de caballo y de colorado son parejamente concretas o parejamente abstractas para el espíritu. La verdad, sin embargo, es que la controversia es absurda: los símbolos amalgamados «caballo-colorado» y «brown-horse» ya son unidades de pensamiento.
¿Cuántas unidades de pensamiento incluye el lenguaje? Esta pregunta carece de posibilidad de contestación. Para el jugador, son unidades las locuciones ajedrecísticas «tomar al paso, enroquelargo, gambito de dama, peón cuatro rey, caballo rey tres alfil»; para el principiante, son verdaderasoraciones de intelección gradual.
El inventario de todas las unidades representativas es imposible; su ordenación o clasificación lo es también.