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Crónica de una muerte anunciada

-!Santiago, hijo -le gritó- qué te pasa¡
Santiago Nasar la reconoció.
-Que me mataron, niña Wene-dijo.
Tropezó en el último escalón, pero se incorporó de inmediato. «Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas», me dijo mi tía Wene. Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde la seis, y se derrumbó de bruces en la cocina.

Gabriel García Márquez (Crónica de una muerte anunciada, página 137, De Bolsillo: ISBN 987-1138-01-6 )

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