Categorías
Textos Subrayados

El Hombre Mediocre (sobre la Vulgaridad)

El hombre sin ideales hace del arte un oficio, de la ciencia un comercio, de la filosofía un instrumento, de la virtud una empresa, de la caridad una fiesta, del placer un sensualismo. La vulgaridad transforma el amor de la vida en pusilanimidad, la prudencia en cobardía, el orgullo en vanidad, el respeto en servilismo. Lleva a la ostentación. a la avaricia, a la falsedad, a la avidez, a la simulación; detrás del hombre mediocre asoma el antepasado salvaje que conspira en su interior acosado por el hambre de atávicos instintos y sin otra aspiración que el hartazgo.

José Ingenieros (El Hombre Mediocre, página 60, Editorial Terramar: ISBN 978-1187-11-4)
Categorías
Textos Subrayados

El Hombre Mediocre

El predominio de la variación determina la originalidad. Variar es ser alguien, diferenciarse es tener un carácter propio, un penacho, grande o pequeño: emblema, al fin, de que no se vive como simple reflejo de los demás. La función capital del hombre mediocre es la paciencia imitativa; la del hombre superior es la imaginación creadora. El mediocre aspira a confundirse en los que le rodean: el original tiende a diferenciarse de ellos. Mientras el uno se concreta a pensar con la cabeza de la sociedad, el otro aspira a pensar con la propia. En ello estriba la desconfianza que suele rodear a los caracteres originales: nada parece tan peligroso como un hombre que aspira a pensar con su cabeza.

José Ingenieros (El Hombre Mediocre, página 49, Editorial Terramar: ISBN 978-1187-11-4)
Categorías
Textos Subrayados

El Hombre Mediocre (sobre los Idealistas)

Los idealistas aspiran a conjugar en su mente la inspiración y la sabiduría; por eso, con frecuencia, viven trabados por su espíritu crítico cuando los caldea una emoción lírica y ésta les nubla la vista cuando observan la realidad. Del equilibrio entre la inspiración y la sabiduría nace el genio. En las grandes horas de una raza o de un hombre, la inspiración es indispensable para crear; esa chispa se enciende en la imaginación y la experiencia la convierte en hoguera. Todo idealismo es, por eso, un afán de cultura intensa: cuenta entre sus enemigos más audaces a la ignorancia, madrastra de obstinadas rutinas.

José Ingenieros (El Hombre Mediocre, página 21, Editorial Terramar: ISBN 978-1187-11-4)
Categorías
Textos Subrayados

El Hombre Mediocre (sobre la Imaginación)

La imaginación es madre de toda originalidad; deformando lo real hacia su perfección, ella crea los ideales y les da impulso con el ilusorio sentimiento de la libertad: el libre albedrío es un error útil para la gestación de los ideales. Por eso tiene, prácticamente, el valor de una realidad. Demostrar que es una simple ilusión, debida a la ignorancia de causas innúmeras, no implica negar su eficacia. Las ilusiones tienen tanto valor para dirigir la conducta, como las verdades más exactas; puede tener más que ellas, si son intensamente pensadas o sentidas. El deseo de ser libre nace del contraste entre dos móviles irreductibles: la tendencia a perseverar en el ser, implicada en la herencia, y la tendencia a aumentar el ser, implicada en la variación. La una es principio de estabilidad, la otra de progreso.

José Ingenieros (El Hombre Mediocre, página 13, Editorial Terramar: ISBN 978-1187-11-4)
Categorías
Textos Subrayados

Alguien

Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.

Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.

Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno.

Jorge Luis Borges (1964, El otro, el mismo, Obras Completas 7, pagina 200, Editorial Sudamericana: ISBN 978-950-07-3497-4)
Categorías
Textos Subrayados

A quien está leyéndome

Eres invulnerable. ¿No te han dado
los números que rigen tu destino
certidumbre de polvo? ¿No es acaso
tu irreversible tiempo el de aquel río

en cuyo espejo Heráclito vio el símbolo
de su fugacidad? Te espera el mármol
que no leerás. En él ya están escritos
la fecha, la ciudad y el epitafio.

Sueños del tiempo son también los otros,
no firme bronce ni acendrado oro;
el universo es, como tú, Proteo.

Sombra, irás a la sombra que te aguarda
fatal en el confín de tu jornada;
piensa que de algún modo ya estás muerto.

Jorge Luis Borges (1964, El otro, el mismo, Obras Completas 7, pagina 200, Editorial Sudamericana: ISBN 978-950-07-3497-4)
Categorías
Textos Subrayados

La Noche Cíclica

En edades futuras oprimirá el centauro
Con el casco solípedo el pecho del lapita;
Cuando Roma sea polvo, gemirá en la infinita
Noche de su palacio fétido el minotauro.

Volverá toda noche de insomnio: minuciosa.
La mano que esto escribe renacerá del mismo
Vientre. Férreos ejércitos construirán el abismo.
(David Hume de Edimburgo dijo la misma cosa.)

No sé si volveremos en un ciclo segundo
Como vuelven las cifras de una fracción periódica;
Pero sé que una oscura rotación pitagórica
Noche a noche me deja en un lugar del mundo.

Que es de los arrabales. Una esquina remota
Que puede ser del norte, del sur o del oeste,
Pero que tiene siempre una tapia celeste,
Una higuera sombría y una vereda rota.

Ahí está Buenos Aires. El tiempo que a los hombres
Trae el amor o el oro, a mí apenas me deja
Esta rosa apagada, esta vana madeja
pe calles que repiten los pretéritos nombres

De mi sangre: Laprida, Cabrera, Soler, Suárez…
Noiñbres en que retumban (ya secretas) las dianas,
Las repúblicas, los caballos y las mañanas,
Las felices victorias, las muertes militares.

Las plazas agravadas por la noche sin dueño
Son los patios profundos de un árido palacio
Y las calles unánimes que engendran el espacio
Son corredores de vago miedo y de sueño.

Vuelve la noche cóncava que descifró Anaxágoras;
Vuelve a mi carne humana la eternidad constante
Y el recuerdo ¿el proyecto? de un poema incesante:
«Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras…»

Jorge Luis Borges (1964, El otro, el mismo, Obras Completas 7, páginas 127-128, Editorial Sudamericana: ISBN 978-950-07-3497-4)
Categorías
Textos Subrayados

Two English Poems

I offer you lean streets, desperate sunsets, the
moon of the jagged suburbs.
I offer you the bitterness of a man who has looked
long and long at the lonely moon.
I offer you my ancestors, my dead men, the ghosts
that living men have honoured in bronze:
my father’s father killed in the frontier of
Buenos Aires, two bullets through his lungs,
bearded and dead, wrapped by his soldiers in
the hide of a cow; my mother’s grandfather
–just twentyfour– heading a charge of
three hundred men in Peru, now ghosts on
vanished horses.
I offer you whatever insight my books may hold,
whatever manliness or humour my life.
I offer you the loyalty of a man who has never
been loyal.
I offer you that kernel of myself that I have saved,
somehow –the central heart that deals not
in words, traffics not with dreams, and is
untouched by time, by joy, by adversities.
I offer you the memory of a yellow rose seen at
sunset, years before you were born.
I offer you explanations of yourself, theories about
yourself, authentic and surprising news of
yourself.
I can give you my loneliness, my darkness, the
hunger of my heart; I am trying to bribe you
with uncertainty, with danger, with defeat.

Jorge Luis Borges (1964, El otro, el mismo, Obras Completas 7, páginas 125-126, Editorial Sudamericana: ISBN 978-950-07-3497-4)
Categorías
Textos Subrayados

El otro, el mismo – Prólogo

Este libro no es otra cosa que una compilación. Las piezas fueron escribiéndose para diversos moods y momentos, no para justificar un volumen. De ahí las previsibles monotonías, la repetición de palabras y tal vez de líneas enteras. En su cenáculo de la calle Victoria, el escrítor -llamémoslo así- Alberto Hidalgo señaló mi costumbre de escribir la misma página dos veces, con variacíones mínimas. Lamento haberle contestado que él era no menos bínario, salvo que en su caso particular la versión primera era de otro.

Jorge Luis Borges (1964, El otro, el mismo – Prólogo, Obras Completas 7, página 117, Editorial Sudamericana: ISBN 978-950-07-3497-4)
Categorías
Textos Subrayados

El Hacedor – Epílogo

Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.

El Hacedor – Epílogo (Jorge Luis Borges, páginas 114, editorial Sudamericana, ISBN: 978-950-07-3497-4)
Categorías
Textos Subrayados

Todo y Nada – Textos Selectos

El único camino que veo que las actividades y los gustos humanos se libren de los Gobiernos es la pulverización de la humanidad en un millón de municipios de 1.000 a 2.000 convivientes.

Todo y Nada (Textos Selectos, Macedonio Fernández, página 311, editorial Corregidor, ISBN: 978-950-05-1181-0)
Categorías
Textos Subrayados

La Huminidad de la Fiesta Pobre hacia la Fiesta Perfecta – Textos Selectos

La única forma de terminar con el Capitalismo engreído sería declarar a un hombre propietario de todo lo que hay en el mundo, y a todos los hombres sus inquilinos. Entonces ese individuo se moriría de rabia al no poder canallear, ni ganar nada con destruir una cosecha de café o tabaco o viñas. Y por un segundo acto declararía dueños a todos, para poder volver al deleite de robarlos y usurearlos.
Pero me es más repugnante el individuo que al mismo tiempo que es dinerista es político. Los millonarios desdeñan ser presidentes o reyes o ministros; los consideran como parte del servicio doméstico, desdeñan echar discursos moralizantes. Lo repugnante es el presidente o ministro que trafican, dirigen sociedades anónimas.
Lo que quiérese hoy es Vivir Otra Cosa. Ya hemos vivido el urbanismo, el maquinismo, el gubernismo, el religiosismo, el cientificismo, el arte casi totalmente académico, la humanidad en acumulaciones, el Presidente por electoralismo y para el electoralismo o Presidente Gobernado, el ultracapitalismo, el comunismo, el totalitarismo con o sin libertad de esfera no-económica. Lo que no nos han dejado vivir es la Dispersión humana. la soledad relativa. la naturaleza, la familia.

La Huminidad de la Fiesta Pobre hacia la Fiesta Perfecta (Textos Selectos, Macedonio Fernández, página 302, editorial Corregidor, ISBN: 978-950-05-1181-0)
Categorías
Textos Subrayados

Soliloquio Literario – Textos Selectos

No sabría decir todavía, qué es más asombrosamente infinito, menudo, prolijo, si lo que se puede saber o lo que se puede ignorar. A los setenta años de tomar mates todos los días, no encuentro la solución que mi garganta me pide para el sorbo perfecto de tisana de yerba; no sé si me falta una algo diferente yerba, una colocación más apretada o floja de ella, una bombilla más corta o larga o estrecha, una temperatura más o menos caliente, una dirección dentro de la boca del sorbo salido de la bombilla, un sorbo más grande o más pequeño, o casi quemante, etcétera. Lo único que me falta, es haber nacido sabiendo todo esto, congénitamente.
Que se pueda saber la edad de un árbol nacido hace miles de años, y que se pueda ignorar una cosa tan íntima, cotidiana, inmediata, como cúal es el sorbo de mate que una garganta que se usa hace setenta años hallaría satisfactorio del todo: ¿qué es más asombroso? Pero en materia de conocimiento es una vacuidad hablar de asombros de que algo sucede o se niegue a suceder. Porque, ¿qué derecho tenemos a haber supuesto en un caso dado que algo era más difícil de acontecer y ser sabido, de acontecer y ser ignorado. que otro algo?
Lo mismo se puede morir de esto que de cáncer. Pero perdería ostentosidad la medicina si tuviera que decir en el certificado de fallecimiento que la persona ha muerto porque proyectaba mal sobre el fondo de la garganta el sorbo del mate amargo que usaba todas las mañanas.

Soliloquio Literario (Textos Selectos, Macedonio Fernández, página 285, editorial Corregidor, ISBN: 978-950-05-1181-0)
Categorías
Textos Subrayados

El Evangelio del No-Creer (Textos Selectos)

Creer menos. Hay que crear un fanatismo del no creer; el pueblo ya lo tiene en una desconfianza total de políticos, burócratas, periodistas, universitarios, catedráticos, oradores eclesiásticos. (Los jóvenes burgueses o ricos o estudiantes, gente libresca, son más fácilmente crédulos).

El Evangelio del No-Creer (Textos Selectos, Macedonio Fernández, página 285, editorial Corregidor, ISBN: 978-950-05-1181-0)
Categorías
Textos Subrayados

El Evangelio del No-Creer (Textos Selectos)

Y dice, lo primero, el Sabio, que no es tal bien para los jóvenes enseñarles a Creer y Respetar, sino en cambio a Conocer y Amar, no debiendo sin ello creer y respetar, sin motivo y sentimiento, lo que no conocen ni aman. Y amamos lo que nos fue bueno y conocemos lo que prolijamente examinamos; y el examen debe partir de la denegación: «no creo, no me consta»; nada de creencias gratis; particularmente los jóvenes cuidarse de los ya desjóvenes y endurecidos: no regalar credulidad.

El Evangelio del No-Creer (Textos Selectos, Macedonio Fernández, página 283, editorial Corregidor, ISBN: 978-950-05-1181-0)