Quirurga iba delante de mi, y como la separación entre dos durmientes era menor que el tranco de un hombre, ponía un pie en un durmiente y el otro en la tierra. Eso y el torcer el cuerpo para compensar el peso del mono, le hacían hamacar el paso. A mi me ha quedado esa costumbre de caminar así con los años de criotada. Los ingleses no habían calculado el tranco de los crotos.
Hugo Nario (Bepo Vida secreta de un linyera, página 58, Editorial Libertad: ISBN 950-25-1240-5)
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…La libertad termina cuando empieza la necesidad….
…Algún día deberás optar entre la libertad y el amor….