Salim es un genio peculiar y perverso. No reside en una lámpara, sino en una damajuana ordinaria. Concede un único deseo, a cambio de ser devuelto al mar a la caza de nuevos amos. No consigue (o no quiere) cumplir los deseos a tiempo; por eso un niño iraní recibió su primera bicicleta a los treinta años de edad o un ladrón de bancos escapó de Alcatraz el día de su muerte.
Mi gran desgracia fue desear el amor de Diana a orillas del mar Egeo. Desde entonces vivo atormentado, su fantasma me hace el amor todas las noches.
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