En la próspera tierra de Sudamérica, un campesino adinerado que surcaba su latifundio, se topó con un joven que leía a la sombra de un sauce. —Deberías estar trabajando para ganar tu dinero, comprar ropas y alimentos, asearte y mejorar tu aspecto de pobre —le dijo.
El joven lo miró con compasión y respondió. —Por cada oveja que acumulas en tus cabañas, más se aleja la Pobreza de su extinción. Te costará una vida comprender la inutilidad de tu fortuna. No te culpo, yo también era ignorante.