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Manifestar felicidad tiene menos que ver con la sinceridad que con un anhelo. Un feliz genuino, no repara en asuntos de promoción.

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Borges y la física cuántica

El caso más llamativo de anticipo literario de una idea científica es el cuento «El jardín de los senderos que se bifurcan», donde Borges se anticipa a una teoría de la física de un modo tan literal que no deja de asombrarme. Según la teoría de la mecánica cuántica (junto con la relatividad, una de las teorías más revolucionarias del siglo XX), las partículas microscópicas adolecen de una llamativa esquizofrenia: pueden estar simultáneamente en varios lugares y sólo pasan a estar en un lugar definido cuando se las observa con algún detector. La teoría anticipa la probabilidad de encontrar la partícula en un lugar dado. Ahora bien, ¿mediante qué mecanismo la partícula «elige» el lugar donde será detectada? Esta pregunta resume el llamado «problema de la medición», irresuelto  hasta hoy. La única salida coherente es la llamada «Interpretación de los muchos mundos», que el físico Hugh Everett III publicó (con otro nombre) en 1957. Según esta teoría, en el momento mismo de la medición el universo se divide y se multiplica en varias copias, una por cada resultado posible. Pero el primero en concebir universos paralelos que se multiplican no fue Everett sino Borges. En «El jardín de los senderos que se bifurcan» publicado en 1942.

Los dos autores presentan la idea central de maneras llamativamente parecidas. En la sección 5 del artículo original, Everett sostiene:

La «trayectoria» de las configuraciones de la memoria de un observador que realiza una serie de mediciones no es una secuencia lineal de configuraciones de la memoria sino un árbol que se ramifica, con todos los resultados posibles que existen simultáneamente.

Y en «El jardín de los senderos que se bifurcan», Borges dice:

En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts’ui Pën, opta -simultanemaente- por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan.

Alberto Rojo (Borges y la física cuántica, páginas 12,13 y 26, editorial siglo veintiuno, ISBN: 978-987-629-265-8)
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La isla del doctor Moreau

-¿Whisky?.
-No, gracias. Soy abstemio.
-¡Ojalá yo lo fuera! Pero de nada sirve cerrar la puerta cuando el caballo ya ha sido robado.

Herbert G. Wells (La isla del doctor Moreau, versión libro electrónico, ubicación 681)
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El club de los suicidas

Todos los he probado, amigo mío -dijo apoyando su mano en el brazo de Geraldine-, todos sin excepción, y puedo dar mi palabra de honor de que todos son fáciles de vencer. Dicen que el amor es una pasión violenta y yo lo niego. La pasión que proporciona más intensas emociones es el miedo; con él se debe jugar, si se quiere disfrutar de los verdaderos goces del vivir. ¡Envídiame! ¡Envídiame a mí, Mr. Hammersmith, porque yo soy un cobarde!

Robert Louis Stevenson (El club de los suicidas, página 60, editorial Planeta, ISBN: 978-987-07-1660-0)
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El diablo en la botella

… la flecha también hiende el aire con rapidez, y la bala de un rifle es aún más veloz; sin embargo, ambas alcanzan el blanco.

Robert Louis Stevenson (El diablo en la botella, página 22, editorial Planeta, ISBN: 978-987-07-1660-0)
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Teoría fundamental del amor

Existe una capacidad finita de dar amor, cada persona nace con exactamente 100 unidades de amor. Esta cantidad es la que dispone una persona a lo largo de su vida y lamentablemente aún no se ha podido conseguir modificarla a gusto.

Una pareja de primerizos enamorados logra el “amor completo” si se otorga mutuamente sus 100 unidades de amor.

El amor es un recurso no renovable y una vez dado no puede recuperarse. Es tan perverso, que en la mayoría de los casos se concede en forma involuntaria, no siempre se  decide de quien enamorarse. Peor aún es la situación cuando uno se reconoce enamorado, porque no puede decidir voluntariamente cuantas unidades de amor otorgar a su pareja.

El amor es agotable y su efecto positivo o negativo se padece conscientemente, pero su uso parte de una voluntad inconsciente. Aquí surge una contradicción que explica la incapacidad de tantas personas de alcanzar el ansiado amor correspondido.

Una persona tiene capacidad de recibir amor, esta capacidad es infinita (entiéndase  por infinita a recibir las 100 unidades de amor de todas las personas a lo largo de toda la historia de la humanidad). El amor recibido puede clasificarse en “consciente”,  cuando el receptor conoce el amor recibido, y en “inconsciente”, en caso contrario.

Cuando se da amor a una persona que no lo corresponde, la cantidad de amor otorgado se transforma en “desamor”. Los desamores agotan el amor. Al igual que sucede con el amor, se puede recibir desamor sin saberlo y se puede ser consciente de la cantidad de desamor poseído. Una característica importante es que el desamor se mide en la misma unidad que el amor, pero de ninguna manera puede ser utilizado para darlo a una tercer persona.

De la Teoría fundamental del amor se concluye que:

  • El amor es finito.
  • El amor no es renovable.
  • El amor no se puede delegar.
  • La cantidad de amor recibido y otorgado es involuntaria.

Podemos plantear el escenario completo del amor. Existen aproximadamente seis cientos mil millones de unidades de amor (100 unidades de amor x 6.000.000.000 personas).  En un extremo está el caso en que todos los habitantes del mundo aman a la misma persona. En este caso, la única persona que reciba las 100 unidades de amor del amado por todos, obtendrá  el “amor completo”. En el otro extremo, se encuentra el utópico equilibrio perfecto, donde todos los habitantes del mundo se aman en forma completa en el plano consciente. Este último escenario, curiosamente, solo es posible si la cantidad de habitantes del mundo es par.

Diciembre de 2006

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Noches Blancas

¡Oh, no, Nástenka, eso no lo haré yo nunca, nunca! ¡Que tu vida sea dichosa y tan clara y gustosa cual tu dulce sonrisa, y bendita seas por el momento de ventura y de felicidad que diste a otro corazón solitario y agradecido!.
¡Dios mío! ¡Todo un momento de felicidad! Si, ¿no es eso bastante para colmar una vida? …

Fédor Dostoievski (Noches Blancas, página 86, editorial Planeta, ISBN: 978-987-07-1662-4)
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“Give a man a mask, and he will tell you the truth»,  Oscar Wilde

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La Nariz

La alegría de un primer momento deja de ser tan viva a los dos minutos; al tercero decrece más aún y por fin, se evapora y se cae en el estado de ánimo habitual, tal como el círculo que una piedra forma en el agua termina diluyéndose en la superficie plana.

Nokolái Gogol (La Nariz, página 75, editorial Planeta, ISBN: 978-987-07-1665-5)
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El Capote

También puede ser que ni siquiera pensara esto, pues es imposible penetrar en el alma de un hombre y averiguar todo cuanto piensa.

Nokolái Gogol (El Capote, página 39, editorial Planeta, ISBN: 978-987-07-1665-5)
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El paraíso de los ladrones – La venganza de la estatua y otros cuentos

Harrogate cuenta con millones en sus bancos, y yo cuento con…, un agujero en mi bolsillo. Pero tú seguramente no osarías afirmar que él es más despierto que yo, o más osado, o que tiene más energía vital. No es inteligente; sus ojos parecen botones azules. No posee tampoco energía; se desplaza de una a otra silla como un paralítico. Es un concienzudo y cordial cabeza de alcornoque que, eso sí, ha acumulado su buen dinero, pero solo porque lo colecciona, del mismo modo en que un chiquillo colecciona estampillas. Tú eres sumamente inteligente, Ezza. No cuajarás a su lado. Para ser tan inteligente como para conseguir todo ese dinero, uno debe a la vez ser lo necesariamente estúpido como para desearlo.

G. K. Chesterton (El paraíso de los ladrones – La venganza de la estatua y otros cuentos, página 59, editorial Planeta, ISBN: 978-987-07-1670-9)
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El Intérprete Griego – El regreso de Sherlock Holmes

-Mi querido Watson – dijo- no puedo estar de acuerdo con aquellos que sitúan la modestia entre las virtudes. Para el lógico, todas las cosas deberían ser vistas exactamente como son, y subestimarse es algo tan alejado de la verdad como exagerar las propias facultades.

Arthur Conan Doyle (1903, El Intérprete Griego – El regreso de Sherlock Holmes, versión libro electrónico, ubicación 19394)
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Borges: Develaciones

…el propósito de abolir el pasado ya ocurrió en el pasado y (paradójicamente) es una de las pruebas que el pasado no se puede abolir. El pasado es indestructible; tarde o temprano vuelven todas las cosas y una de las cosas que vuelven es el proyecto de abolir el pasado.

.

Ni la venganza ni el perdón ni las cárceles ni siquiera el olvido pueden modificar el invulnerable pasado.


Félix della Paolera (Borges: Develaciones, página 27, Fundación E. Costantini: ISBN 987-97677)
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La pertpetua carrera de Aquiles y la Tortuga

Recordemos, ahora, la paradoja de Zenón de Elea, discípulo de Parménides.
Aquiles corre diez veces más ligero que la tortuga y le da una ventaja de diez metros. Aquiles corre esos diez metros, la tortuga corre uno; Aquiles corre ese metro, la tortuga corre un decímetro: Aquiles corre ese decímetro, la tortuga corre un centímetro; Aquiles corre ese centímetro, la tortuga corre un milímetro; Aquiles el milímetro, la tortuga un décimo de milimetro y así infinitamente, sin alcanzarla…

La paradoja de Zenón de Elea, según indicó James, es atentatoria no solamente a la realidad del espacio, sino a la más invulnerable y fina del tiempo. Agrego que la existencia en un cuerpo físico, la permanencia inmóvil, la fluencia de una tarde en la vida, se alarman de aventurar por ella. Esa descomposición, es mediante la sola palabra ‘infinito’, palabra (y después concepto) de zozobra que hemos engendrado con temeridad y que una vez consentida en un pensamiento, estalla y lo mata. (Hay otros escarmientos antiguos contra el comercio de tan alevosa palabra: hay la leyenda china del cetro de los reyes Liang, que era disminuido en una mitad por cada nuevo rey: el cetro, mutilado por dinastías, persiste aún). Mi opinión, después de las calificadísimas que he presentado, corre el doble riesgo de parecer impertinente y trivial. La formularé, sin embargo: Zenón es incontestable, salvo que confesemos la idealidad del espacio y del tiempo. Aceptemos el idealismo, aceptemos el crecimiento concreto de lo percibido, y eludiremos la pululación de abismos de la paradoja.
¿Tocar a nuestro concepto del universo, por ese pedecito de tieniebla griega?, interrogará mi lector.

Jorge Luis Borges (1932, Discusión, Obras Completas III, página 273, Editorial Sudamericana: ISBN 978-950-07-3492-9)

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Discusión

En Sumatra, alguien quiere doctorarse de adivino. El brujo examinador le pregunta si será reprobado o si pasará. El candidato responde que será reprobado… Ya se presiente la infinita continuación.

Jorge Luis Borges (1932, Discusión, Obras Completas III, página 322, Editorial Sudamericana: ISBN 978-950-07-3492-9)